Biografías del Poder

Por Fernando Martínez

Gral. Daniel Ríos Zertuche

Gobernador provisional del Estado de Tlaxcala (del 1 de abril al 1 de octubre de 1917) 

Los hermanos Ríos Zertuche procedían de una familia revolucionaria

18 de abril de 1917, en base a “Tlaxcala, una historia compartida, Siglo XX, Tomo 16”, Editado por el gobierno del Estado de Tlaxcala y el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, 1991 del autor Mario Ramírez Rancaño.

En 1917, Venustiano Carranza ordenó al Gobernador Provisional, General Daniel Ríos Zertuche, regresar las tierras a los hacendados. Éste General no pudo cumplir los deseos del Presidente de la República, porque los pueblos se opusieron a regresar las haciendas con las armas en la mano, y porque el mismo General estaba convencido de la justicia en el reparto agrario, incluso llegó a emitir un Decreto que llevaba a la práctica el proyecto de Antonio Hidalgo, consistente en la creación de colonias agrícolas con parcelas de 5 a 15 hectáreas en las haciendas intervenidas. Las parcelas fueron pagadas por los colonos en abonos, mientras que los propietarios recibieron bonos del Gobierno del Estado.

A continuación, un extracto de lo sucedido en sesión de la H. Cámara de Diputados efectuada el día 27 octubre de 1959, en la Honorable Asamblea se lee «ha sido turnado a la suscrita primera comisión de la defensa nacional, para estudio y dictamen, el expediente relativo a la solicitud formulada por la señorita Perpetua Ríos Zertuche, a fin de que se conceda pensión por los méritos revolucionarios del extinto doctor y General, Daniel Ríos Zertuche, a su hermana Gala de los mismos apellidos… La Comisión viene ante vuestra soberanía a rendir el presente dictamen sobre este asunto, después de haber hecho detenido estudio del expediente de referencia, como consecuencia del cual y por carecer de documentos fehacientes para comprobar el derecho a la pensión solicitada, se pidió a la Secretaría de la Defensa Nacional el expediente del extinto doctor y General, Daniel Ríos Zertuche, en el cual aparece un oficio dirigido a la señorita Perpetua Ríos Zertuche en que se le comunica que el citado doctor y General Daniel Ríos Zertuche, perdió por prescripción el derecho a la pensión para él y sus descendientes, de conformidad con lo dispuesto en la fracción II del artículo 42 de la ley de retiros y pensiones militares vigente en la fecha, de acuerdo con el citado artículo, en relación con el 30, fracción IX, del mismo ordenamiento… En mérito de lo expuesto, la Comisión propone a la H. Asamblea, la aprobación del siguiente punto de acuerdo: Se considera improcedente la solicitud de la señorita Perpetua Ríos Zertuche, relativa a que se le conceda a su hermana Gala de los mismos apellidos, pensión como pariente del extinto doctor y General, Daniel Ríos Zertuche. Archívese el expediente».

En el libro “Los códigos ocultos del ‘cardenismo’: un estudio de la violencia política”, escrito por Raquel Sosa Elízaga se establece: «Otra expresión de la paranoia que desataba la posibilidad de que la CTM formara milicias, fue la carta que envió a Cárdenas el vicepresidente de la Unión Nacional de Veteranos de la Revolución, General Daniel Ríos Zertuche.

‘En mitin comunista que se efectuó en día 2 del actual en la Plaza de la Constitución de esta ciudad, los demagogos a sueldo de Rusia acusaron al ejército nacional de ser impotente para defender a las instituciones públicas. En efecto la pretensión de los demagogos de que el Gobierno entregue armas a los trabajadores para que ellos mismo defiendan sus derechos, solo podría entenderse si se aceptara que el ejército es impotente, inútil o traidor a la Constitución. La UNVR no había protestado por tan absurdo proyecto, porque lo había considerado irrealizable, y como dijo el señor General, Luis Bobadilla, Jefe del Estado Mayor de la Secretaría de Guerra, ‘no podía estimarse sino como un recurso oratorio’. Pero ahora que esos proyectos se realizan y ante la amenaza de que esos hechos representan para la Constitución de la República y para la paz de la nación, la UNVR protesta enérgicamente ante esta maniobra que tiende a desplazar y nulificar al ejército mexicano’, lo anterior al denunciar al frente popular a través de una carta dirigida a Cárdenas, ello en agosto de 1936”.

«Raúl Salinas de Gortari ha estado casado tres veces: con Ana María Pasalagua Branch, Gladys Franco Amet, y Paulina Castañón Ríos Zertuche. La tristemente célebre Paulina Castañón Ríos Zertuche, tercera esposa de Raúl Salinas, viene de prosapia. Es hija del chiapaneco Ramiro Castañón Castellanos y de la oriunda de Coahuila Consuelo Ríos Zertuche Brambila, hija del Gra1. Antonio Ríos Zertuche, que fue Jefe de la Policía del D.F., Embajador en Francia y participó activamente en la revolución mexicana, aliado de sus hermanos, entre los cuales destaca Daniel Ríos Zertuche, médico y militar, así como Gobernador Interino de Tlaxcala», señala el antropólogo y genealogista Omar Soto­Rodríguez.

‘Propuso la creación del Banco único en el Estado, para ‘salvar las finanzas’, pero nunca prospero la iniciativa. El 27 de septiembre, decretó una nueva Ley de Educación Primaria, que suscribió con el autor: Manuel Gómez Lomeli.

Respecto a un pasaje de la revolución, el General Antonio Ríos Zertuche, hermano del ex Gobernador de Tlaxcala Daniel Ríos Zertuche narra un acontecimiento: «En 1919 me encontraba con el 55° Regimiento a mis órdenes guarneciendo la plaza de Jonacatepec, Morelos. El Capitán Primero Salgado se encontraba con el primer escuadrón guarneciendo el pueblo de Tlalyecac. A mediados de febrero de 1919, el Capitán Salgado fue invitado a celebrar el onomástico del Agente Municipal de Tlalyecac, reunión en la que estuvieron tomando copas hasta bien entrada la noche. El Capitán Salgado en la euforia del alcohol externó opiniones contrarias al Gobierno y su disgusto por no haber sido trasladado a otro lugar, no obstante, las gestiones que había hecho ante mí. Su conversación fue oída por varios oficiales ‘zapatistas’, quienes inmediatamente la hicieron del conocimiento del General Zapata.

Zapata mandó saludar al Capitán Salgado y lo invitó a que se uniera con él, indicándole que había tenido conocimiento de que no se le trataba como lo merecía y ofreciéndole el grado de Coronel, si se incorporaba con el escuadrón a su mando a las fuerzas ‘zapatistas‘. El Capitán Salgado se trasladó dos días después a Jonacatepec y me informó de la invitación que le había hecho Zapata. Supliqué a Salgado que tuviera mucho cuidado y se abstuviera de comunicarse con Zapata. Varios días después me trasladé a Cuautla e informé ampliamente de las pláticas con Salgado al General Cossio Rovelo, jefe de la división a la cual pertenecía yo. El General Cossio Rovelo me hizo ver la conveniencia de que se informara de lo ocurrido al General Pablo González.

Informado el General González de los antecedentes anteriores, ordenó se indicará al Capitán Salgado que continuará en comunicación con Zapata, manifestándole que aceptará la invitación que le hacía. Al recibir Zapata los informes mandaron decir al capitán Salgado que deseaba tener una plática personal con él y que, una vez fijada la fecha de la entrevista, se trasladaría Zapata al otro lado del puente de Tlalyecac.

Alfilo de la media noche del mismo día, Zapata llegó acompañado de un grupo de hombres. Después de la cena, Zapata platicó con Salgado y éste le indicó su propósito de incorporarse con su escuadrón a las filas ‘zapatistas‘. Zapata sugirió a Salgado que me invitara para que con el regimiento a mis órdenes me incorporara a sus fuerzas; que me ofreciera el grado de Divisionario y que sería designado jefe de operaciones en Puebla y Morelos; que sería tratado con toda clase de consideraciones, pues que Zapata tenía la seguridad de obtener el triunfo en un tiempo no muy lejano porque la causa que defendía era justa. Al día siguiente, el Capitán Salgado se trasladó a Jonacatepec comunicándome el ofrecimiento de Zapata. Un día después comuniqué lo ocurrido al General Cossio Rovelo y nos trasladamos al cuartel general en Cuautla para informar ampliamente al General Pablo González quien escuchó detenidamente nuestro relato y ordenó que de momento no debía yo dar contestación alguna y que Salgado se abstuviera de entablar más pláticas con Zapata o sus representantes, pues el General Pablo González se iba a trasladar enseguida a la Ciudad de México e informar al Presidente Venustiano Carranza sobre el particular; pero que él consideraba que debía aprovecharse la invitación que hacía Zapata para en la primera oportunidad; matarlo.

Indiqué al General González, que no aceptaba esa proposición, ya que matar a Zapata a traición sería manchar mi nombre, el de mi familia y el del ejército. Le supliqué que se fijara en otro jefe militar para llevar a cabo ese plan. El General González me ordenó regresar a Jonacatepec a esperar órdenes. Cuatro días después, el General Pablo González me llamó a Cuautla y me indicó que había hablado largamente con el Presidente de la República, tanto de la invitación que hiciera Zapata al Capitán Salgado, como de la mía; que el señor Presidente Carranza estuvo de acuerdo en que yo aceptara la invitación que me hacía Zapata, para que en la primera oportunidad lo matara; pues era necesario por cualquier medio lograr la pacificación completa del Estado de Morelos; que el Presidente Carranza  había autorizado una gratificación de $100,000.00 y ascenso al grado inmediato para mí; $50,000.00 para el Capitán Salgado, su ascenso, así como una gratificación a toda la tropa y el ascenso a los oficiales que tomaran participación en la acción.

Reiteré al General Pablo González mi negativa de aceptar la comisión, pues no podría prestarme a una comisión de esa naturaleza y asesinar al jefe de la revolución del sur. Pedí al General González tropas suficientes para batir a Zapata y le supliqué nuevamente que no me obligara a proceder en la forma que se me ordenaba. El General González dispuso me trasladara a Jonacatepec y que pensara detenidamente sobre el particular, ya que era una orden que debía cumplirse, disponiendo que transcurrida una semana regresara a Cuautla, esperando, para entonces, que yo aceptara la comisión. Regresé e insistí en mi negativa. Para esta fecha el Coronel Guajardo se hallaba arrestado en el cuartel por haber armado un escándalo. El General González me ordenó fuera al cuartel donde se encontraba el Coronel Guajardo arrestado y le indicara que deseaba hablar con él, pues que habiéndome negado a desempeñar la comisión, tenía la creencia de que el Coronel la aceptaría y la desempeñaría con todo éxito.

Hablé con el Coronel Guajardo y ambos nos trasladamos al cuartel general donde fuimos recibidos por Pablo González. El General González dio a conocer al Coronel Guajardo el plan que deseaba llevar a cabo para asesinar a Zapata, jefe de la revolución del sur. Guajardo escuchó con toda atención al General González y aceptó gustosamente la comisión que se le iba a conferir, abrigando la seguridad de poder matar a Zapata en el momento oportuno. El General González me ordenó regresar a Jonacatepec, pues consideraba que el Coronel Guajardo cumpliría la misión. Esa misma noche Guajardo quedó en absoluta libertad y se dedicó a tomar copas con varios amigos, entre ellos con el General Jáuregui, General ‘zapatista’ que se había rendido. El Coronel Guajardo estuvo expresándose mal del Gobierno porque había sido arrestado, porque no se le guardaban las consideraciones que merecía.

Al día siguiente el General Jáuregui se reunió con Zapata y le informo lo que había escuchado del Coronel Guajardo. Zapata le envió una carta al Coronel Guajardo indicándole que había tenido conocimiento del mal trato que recibía del Gobierno, invitándolo a que se uniera a la causa que él defendía. Le ofrecía recibirlo con los brazos abiertos en el Ejército Libertador del Sur y que le conferiría el más alto cargo, haciéndolo jefe de las operaciones en los Estados donde Zapata tenía elementos a sus órdenes.

Guajardo contestó a Zapata, por el mismo conducto del General Jáuregui, aceptando su ofrecimiento pues estaba muy disgustado por la forma como se le trataba. Días después, Zapata pidió, por el mismo conducto, a Guajardo, le diera una demostración de sinceridad, y que encontrándose a la fecha en un destacamento en Chinameca el Coronel Bárcenas con 400 hombres a su mando, elementos que pertenecieron a Zapata, que le entregara a Bárcenas y a sus 400 hombres, para castigarlos porque lo habían traicionado. Guajardo comunicó al General Pablo González los deseos de Zapata. El Coronel Bárcenas se encontraba fuera de la plaza de Cuautla y de las fuerzas de su mando, solamente había en Chinameca 60 hombres. Guajardo comunicó a Zapata que le era imposible cumplir sus deseos en virtud de que el Coronel Bárcenas se encontraba en Cuautla. Que si era suficiente la entrega de los 60 hombres que estaban en Chinameca, lo haría, habiéndole contestado Zapata que entonces me entregara a mí.

Con este motivo fui llamado a Cuautla; a mi llegada me mandó el General González al cuartel, dizque a recibir órdenes, pero al entrar al cuartel se me desarmó y con centinelas de vista se me detuvo durante 24 horas en que no me fue posible comunicarme con nadie. Al día siguiente, llegó Guajardo a verme con una caja de cervezas, diciéndome que me iba a invitar unas cervezas y que debíamos embriagarnos por última vez, ya que el General Zapata había pedido mi entrega y seguramente me iban a matar. Hice ver al Coronel Guajardo que no había razón para que se me tratara así; Guajardo me explicó de la dificultad que había tenido con el Coronel Bárcenas y por eso Zapata había solicitado mi entrega y que Pablo González le había comunicado al Presidente de la República los deseos de Zapata. Al día siguiente conseguí hacer llegar un recado al pagador del regimiento, Manuel Rodríguez; pidiéndole se trasladará a México y le informara de lo acontecido a mi padre el Coronel Jesús Ríos Zertuche y que tratara de comunicarse con el señor Carranza para que me dejara en libertad y no me entregara a Zapata.

Tan pronto como recibió mi padre el recado, se comunicó con el doctor José Ma. Rodríguez; entonces Jefe de Salubridad y amigo personal del señor Carranza, quien en seguida logró informar al Presidente Carranza de la situación en que me encontraba y de los deseos de mi padre para que se me pusiera en libertad. Carranza manifestó al doctor Rodríguez que indicara a mi padre, que era indispensable eliminar por cualquier medio a Zapata y que, si para ello era necesario sacrificarme, que debía aceptar la situación. El doctor José Ma. Rodríguez; insistió en que fuera yo puesto en libertad, aduciendo que dos hermanos míos habían muerto en la revolución y que mi padre también prestaba servicios al Gobierno, así como mi hermano el doctor Daniel Ríos Zertuche; que los hermanos Ríos Zertuche procedíamos de una familia revolucionaria; que buscara otra forma para llevar a cabo el plan que deseaba consumar el General Pablo González. Ese mismo día Carranza ordenó mi libertad. Al regresar yo a Cuautla, y enterado Pablo González de las órdenes del Presidente, llamó al Coronel Guajardo y le indicó que se comunicara con Zapata y le manifestara que no era posible acceder a sus deseos de entregarme; que fijara otra condición para así dejar satisfechos sus deseos y demostrarle su sinceridad.

Zapata pidió a Guajardo se le entregara a los 60 hombres que estaban en Chinameca ya sus oficiales, y que se tomara la plaza de Jonacatepec donde me encontraba con tres escuadrones de mi regimiento, y que debía de incorporar al Capitán Salgado, con el primer escuadrón a su mando, que se encontraba en Tlalyecac, quien ya estaba de acuerdo con unirse a Zapata. La proposición de Zapata fue aprobada por el General Pablo González. Me llamó y ordenó que debiera prepararme para evacuar la plaza, al ser atacado por Guajardo y sus fuerzas, después de resistir varias horas. El General González me manifestó que debía de haber muertos, tanto de la parle de Guajardo, como de las fuerzas a mi mando, para que Zapata se diera cuenta de la realidad de la defección del Coronel Guajardo«, hasta aquí el pasaje del General Antonio Ríos Zertuche, hermano del ex Gobernador de Tlaxcala Daniel Ríos Zertuche.

Daniel Ríos Zertuche fue sustituido, en el Gobierno de Tlaxcala, por el General Luis M. Hernández.