La frontera más grande es la discriminación: migrantes LGBTTI en su paso por Tlaxcala

Christian Toledo/ La organización Transgender Europe (TGEU) contabilizó hasta el 2016, 2 mil 16 muertes de personas transexuales en 65 países, de los cuales más de la mitad pertenecen a América Latina.

La discriminación, la violencia y crímenes de odio perpetradas hacía la población LGBTTI y la falta de políticas públicas ha ocasionado el incremento el fenómeno de la migración en este sector.

Honduras por ejemplo, presenta que por cada millón de habitantes, 9.56 son asesinados por causa de sus preferencias sexuales y género, comparado con el 0.42 porciento de Estados Unidos.

Por estos motivos, miles de personas centroamericanas de la comunidad LGBTTI se ven obligadas a salir de su país para escapar de violencia y no ser parte de las estadísticas cada vez más crecientes.

Lluvia es una transexual de 27 años proveniente de uno de los departamentos más violentos de Honduras: Yoro; se asumió como mujer desde los 12 años de edad y la discriminación que sufrió en su país la obligó a huir desde hace 5 años.

En su intento por llegar a la frontera norte de México en el 2012, fue detenida y deportada a Honduras pero en este segundo intento, el albergue de migrantes de Tenozique, Tabasco le acompañó en un proceso para aplicar para una visa en calidad de refugiada.

El Instituto Nacional de Migración acató la valoración del Alto Comisionado para las Naciones Unidas (ACNUR por sus siglas en inglés) para reconocerla como persona discriminada y en peligro de muerte y le otorgó su estatus de reconocimiento como persona refugiada.

Ella atribuye su salida de Honduras debido al acoso violento del grupo delincuencial “los mara salvatrucha”, aunado a la falta de oportunidades de trabajo y la discriminación social y familiar que sufrió, “La frontera más grande es la discriminación, que muchos de tus parientes no te acepten como tú eres, mis tías no me querían, mi papa decía que me iba a matar” agregó.

En su país, el hecho de ser una persona transexual le valió el rechazo de la sociedad e incluso generó violencia hacia su persona, “el obstáculo más grande es ser lo que nosotros somos, el ser trans, darnos a conocer a la sociedad por lo que nosotros somos, y quisiéramos que nos aceptaran como somos, nos insultan incluso hasta nos avientan piedras, bien feo hemos sufrido”.

En México la situación no fue más fácil para Lluvia, “En la ruta migratoria en Chiapas, por Huixtla ahí me asaltaron 3 veces en la zona de la arrocera, me pusieron pistola, machete, ahí te desnudan para ver si hay dinero y ahí sientes que la vida se te va en un segundo, y no voltees porque te vamos a matar, y uno dice hasta aquí llegué te vienen a tu mente muchas cosas horribles pero una viene con una meta, que te pongan una pistola un machete en la cabeza que te asalten, eso es lo más feo que he sufrido”.

Su meta es “ser alguien en la vida”.

“Me gustaría seguir mi carrera de computación o hotelería y turismo, o así ayudar, quisiera tener mucho dinero para ayudar a la gente en la calle, y que no pasen lo mismo que nosotros, aguantar frio, es lo más feo, o que te roben, eso es lo más horrible, cuando veo una persona así en el tren trato de ayudar” explicó la migrante.

Hace un mes y medio en Tierra Blanca Veracruz, Lluvia conoció a Alexa, otra migrante transexual de 24 años proveniente de Guatemala y desde entonces han viajado juntas.

Alexa explica que su vida tampoco ha sido fácil ya que al igual que Lluvia, sufrió de discriminación desde el seno familiar y se extendió a su entorno social.

En su país vivió violencia de pareja causado por alcoholismo y drogadicción, sufrió violaciones y golpes.

La baja calidad de vida en su país la motivó a migrar a México, “te frustras, te escondes, has de cuenta que tienes miedo a ver tu realidad y te vienes frustrando y decayendo hasta que llegas a querer matarte” agregó.

Ambas opinan que en México la discriminación se manifiesta un poco menos que en sus países de origen, “aquí es más seguro, más en el DF, en muchas partes, en Juchitán Oaxaca hay muchas personas que te apoyan, a mi me decían quédate aquí, pero mi meta no es quedarme aquí” explica Lluvia.

“Uno de lo que huye es de las mara, no puedes traer cabello rubio y tatuajes porque piensan que eres mara y aquí en México es más libre, aquí si te haces tatuajes y te pintas el cabello de cualquier color pues normal” comenta Alexa.

Incluso cuando viajan en tren, sus compañeros de viaje, otros migrantes centroamericanos se muestran respetuosos para con ellas, “nos gusta respetar para que nos respeten porque una cosa es el respeto y otra que una ande así, pero hay muchos chavos que son groseros, se pasan con uno, los que han querido abusar son los de migración, nos pegan, nos tiran del tren”, comenta Alexa.

En cuestión del tema laboral sí encuentran limitaciones, “el único trabajo que se encuentra es en bares, donde te pueden agarrar rápido para meserear toda la noche por 150 pesos” señala y Lluvia la interrumpe, “y hasta eso tienes que ir bien arreglada, no debes ir fachosa, siempre bien maquillada para que te acepten, no te dan trabajos formales”.

Ambas buscan llegar a Mexicali para lograr sus metas: En el caso de Lluvia, “me gustaría seguir mi carrera de computación o de hotelería y turismo, o así ayudar, me gusta, quisiera tener mucho dinero para ayudar a la gente en la calle, y que no pasen lo mismo, aguantar el frio es feo, o que te robe, es lo más horrible, cuando veo una persona así en el tren trato de ayudarle” y para Alexa el sueño significa “tener una estética donde yo pueda arreglar uñas, decorar pelo, estar tranquila”.

En su paso por Tlaxcala y con apoyo del albergue de migrantes “La Sagrada Familia” Lluvia y Alexa cuentan que su condición en México como migrantes y transexuales es muy limitada en el aspecto social y laboral, “Si nos dedicaran unos minutos se darían cuenta que uno vale mucho, muchas personas piensan que uno vale nada, yo como persona pienso que tengo mucho que ofrecer a la sociedad, pero la sociedad no le presta uno algo de atención” lamenta Lluvia.

Pero tanto para Lluvia como para Alexa, la ruta migratoria les ha unido para bien, “nos conocimos por una amiga, apenas mes y medio, en Tierra Blanca Veracruz, desde ahí nos hemos apoyado cuando yo tengo le doy y si ella tiene comparte conmigo, nos ayudamos mutuamente, es lo que uno debe de entender, ayudar en las buenas en las malas”.

Organizaciones civiles defensoras de migrantes de todo el país han manifestado que cada vez más se recibe a esta población que buscan el acompañamiento para salvaguardar sus vidas.

En Tlaxcala, de acuerdo a la coordinadora del albergue de migrantes establecido en Apizaco, “La Sagrada Familia”, Karina Ramírez Rivera, ha incrementado en un 30 por ciento el tránsito de la población LGTBBI.

“El machismo en Centroamérica replicado y fomentado por pandillas como la MS13 y la 18 han limitado las libertades de esta población” explicó la defensora, “así como sus prácticas de amenazas, intimidaciones y crímenes que muchas veces llevan a la muerte, a esto aunado a la falta de empleo, acceso a educación y a la salud debido que aun no hay discusión sobre la inclusión de género en sus políticas, y con el rechazo familiar y social solo les deja como opción migrar”.