¿Por qué los mexicanos discriminamos a las personas migrantes?

Por Sergio Luna
¿Por qué los mexicanos discriminamos a las personas migrantes?, ¿criminalizamos su extranjería o su condición de empobrecimiento?, ¿por qué somos una sociedad incongruente que pide al gobierno estadounidense que respete los derechos de nuestros connacionales cuando nosotros como sociedad mexicana no respetamos la dignidad y el derecho humano a migrar de las personas provenientes de Centroamérica?

¿Es posible transformar estas prácticas en actitudes hospitalarias e integradoras? Estas interpelaciones surgen a partir del análisis de algunos resultados de la encuesta que realizamos en meses pasados en el marco de la campaña “Por una cultura de hospitalidad y no discriminación para personas migrantes y refugiadas”. Dicha encuesta buscó conocer la opinión de algunos habitantes de municipios con notoria incidencia migratoria, acerca de la presencia y paso de personas migrantes en nuestro estado.

Los resultados de la encuesta, que iremos compartiendo, confirman lo que el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación ya había establecido desde 2010, que en Tlaxcala persiste una cultura de discriminación contra las personas migrantes.

Nuestro sondeo ha dejado ver que una parte representativa de la sociedad tlaxcalteca se resiste a cambiar sus actitudes prejuiciosas. Si bien, como tlaxcaltecas hemos aprendido el adecuado “manejo de la impresión”; es decir, ya no hacemos manifestaciones públicas abiertamente xenófobas porque hemos desarrollado un cierto grado de conciencia de que tales manifestaciones serían socialmente indeseables; a cambio, hemos desarrollado actitudes más sutiles de prejuicio y discriminación. Esto nos sitúa apenas como una sociedad de discursos “socialmente deseables” en relación con el reconocimiento y respeto de los derechos humanos de quienes obligadamente tienen que migrar.

Para sostener lo anterior, conviene compartir las respuestas de algunas preguntas realizadas en el sondeo. Se cuestionó a las personas ¿qué tan de acuerdo o en desacuerdo está en afirmar que México es “mejor” país que los países centroamericanos? Poco más del 50 % de las personas encuestadas afirma que México es mejor que los países Centroamericanos.

Una de las causas que provoca discriminación está ligada al sentido de superioridad cultural que se les otorga a determinados grupos o poblaciones con relación a otros, como el sentido de supremacía cultural que se le otorga a México sobre la región Centroamericana. Esto puede significar que para los mexicanos los países centroamericanos son países inferiores y desconocidos, aunque paradójicamente compartamos con ellos prácticas culturales e historia; y por derivación, en determinado momento, a las personas de estos países se les considere inferiores y así legitimar acciones discriminatorias en su contra.

Por otra parte, uno de los estereotipos negativos recurrentes con los cuales se conoce o se informa acerca de la población que migra es considerarles como delincuentes por creer que en algún momento se ven involucrados o perpetran algún tipo de delito. A la pregunta ¿cree que las personas migrantes comenten delitos en Tlaxcala?, el 89 % de las personas dijo creer que, en efecto, las personas migrantes comenten delitos en algún momento de su trayecto por Tlaxcala. Importante será indagar sobre los factores que sostienen estas creencias a fin de poder analizar y desmotar estos estigmas negativos.

Conviene analizar cómo los medios de comunicación construyen y difunden las cuestiones relativas a las y los migrantes, pues esta puede ser una de las causas por las cuales se les criminalice. Este estereotipo puede reforzar la creencia que todo migrante es un delincuente, por lo tanto, debe ser tratado como tal, para evitar ser agredido por ellos, justificando incluso el uso de la fuerza y la violencia social e institucional.

Por otro lado, una de las causas de la discriminación es creer que la población migrante puede competir con la población local por los empleos. Al respecto, poco más del 66% de las encuestadas considera que es probable que los centroamericanos puedan competirle a la población local los empleos aquí en México. Lo anterior puede generar inseguridad y temor dentro de la población local en relación con la “posible” pérdida de empleo a causa de la competencia que puede significar la llegada de personas migrantes. Por lo anterior, debe visualizarse la contribución que la comunidad migrante puede tener en el fortalecimiento de la economía de nuestro país, más que considerarla como una amenaza que deba combatirse; lo que no significa que a los y las migrantes se le considere como mano de obra barata susceptible de explotación.

Sobre el discurso de los derechos humanos de las personas migrantes, prácticamente el 81% reconoce que los migrantes centroamericanos tienen los mismos derechos que los mexicanos. El 19 % restante considera lo contrario. Lo anterior puede establecer como hipótesis que, aunque se mantiene un discurso favorable hacia los derechos de las personas migrantes, otros tantos estereotipos negativos contrastan con este discurso socialmente deseable pero aún lejano.

Como se observa, quienes migran padecen las repercusiones de la discriminación; sobre todo aquellos que se encuentran en una condición irregular en México, cuyo origen social y económico es pobrísimo; no así los “extranjeros” con alto poder adquisitivo, los técnicos o científicos. Esto nos obliga a regresar a la pregunta inicial ¿por qué los mexicanos discriminamos a las personas migrantes? Cada uno de nosotros/-as puede explicarse esta interrogante; aquí enunciamos algunas ideas que intentan provocar en quienes nos leen, una reflexión mediante la cual comprender esta compleja realidad.

No debemos perder de vista que la discriminación permea toda la vida social y está influida por las relaciones de poder mediadas por intereses económicos y políticos y legitimadas por discursos de quienes sustentan el poder. Incluso, en los encuentros cotidianos con otros, ya sean individuos o colectivos diferentes, es común que se busque reafirmar la identidad propia, aunque esto provoque a menudo ver a los demás como inferiores y limitarles sus derechos y libertades.

De esta forma, el rechazo a los extranjeros se ha sustentado en la reproducción estereotipos que les han sido asignados a causa de su condición de “diferentes” de la cultura autóctona. La discriminación y la violencia que enfrenta la población migrante centroamericana pueden interpretarse como un mecanismo que permite proteger la identidad e intereses de ciertos grupos, como un intento y un ejercicio de mantener la supremacía de unos grupos sobre otros. Proteger la propia identidad generando hostilidad hacia los “otros”, los diferentes. Así, la identidad de los mexicanos se va construyendo por la diferencia: el “nosotros” mexicanos supone un “los otros” no mexicanos”.

La discriminación también se explica considerando factores del contexto macrosocial como la pobreza y el desempleo; es decir, que las personas discriminan como un intento de proteger la propia identidad e intereses, a través de la exclusión de los “otros” percibidos como amenazantes, especialmente en contextos de escases de recursos.

Como se ha mostrado, la presencia de población migrante es percibida cada vez más como una competencia por los escasos espacios laborales en México; bajo este argumento, esta competencia tendría que “ser combatida”.
Más provocadoramente, la discriminación hacia la población migrante puede explicarse por la necesidad que tiene nuestra sociedad y nuestra cultura de esquivar sus insuficiencias. Quizá, una falta de estima de la sociedad mexicana le genera la necesidad de denostar a otros, a los “migrantes” a quienes son catalogados con estereotipos negativos.

Finalmente, desde nuestro punto de vista, para superar esta problemática es
indispensable, además de promover acciones de sensibilización y concientización dirigidas a la sociedad, que las autoridades emprendan políticas que inhiban las acciones negativas que atentan contra la dignidad de las personas y que promuevan la igualdad de derechos y oportunidades de quienes se encuentran en desventaja como las personas migrantes.

En esto encuentra razón la exigencia de diversos actores sociales hacia los gobiernos para que estos implementen acciones que eliminen las manifestaciones racistas y conductas sociales xenófobas, que nutren los sentimientosnegativos hacia los migrantes. Agradecemos a este medio por permitirnos compartir estas reflexiones en torno de la realidad que en Tlaxcala enfrentan las personas que se encuentran en contextos de movilidad.

Hasta la próxima.