Crónica de la caída anunciada de López Obrador

Por Enrique Gasga

De acuerdo a la movilidad de las encuestas durante los últimos dos meses lo que se ve es que aunque Andrés Manuel López Obrador continúa en primer lugar también se mira que ya no ha podido subir más, y la movilidad si ya no sube es muy riesgosa, ya que en una contienda electoral es casi imposible permanecer en el limbo, y la caída en adelante puede ser un efecto lógico para el representante de MORENA; y dicho efecto puede crecer como resultado de haber dejado entrar a Salinas de Gortari a su equipo, y quien finalmente podría decidir si López Obrador llega por fin a la presidencia, o sólo sea utilizado, y en las próximas semanas venga su caída inminente.

Si la primera vez que participó Andrés Manuel como candidato a la presidencia de la República le hubieran dicho a sus simpatizantes que un día su líder se iba a vender al salinismo con tal de ocupar la silla presidencial, seguramente no lo hubieran creído; aunque ahora sus simpatizantes parecen estar dormidos, y no se dan, o no se quieren dar cuenta que poco a poco quien empieza a mover los hilos del destino de MORENA es precisamente a quién tanto han odiado.

Por un lado,  la reducción aunque lenta, pero constante, de la ventaja de Amlo sobre Ricardo Anaya empieza a anunciar la posibilidad de que  así como en las últimas semanas Ricardo Anaya avanzó cuatro puntos según la mayoría de las encuestas de los diarios nacionales publicadas pasando de estar doce puntos abajo a sólo ocho puntos de diferencia de López Obrador.

En esta tendencia,  en ocho semanas la contienda entre estos dos candidatos podría estar en empate técnico, o incluso si Andrés Manuel empieza a bajar en las preferencias electorales; podría estar algunos puntos debajo de Anaya al final de las campañas.

Y por otro lado, está el posible escenario en que el equipo de Salinas ya posicionado en MORENA traicione a López Obrador, y boicotee su llegada a la presidencia dejándolo fuera.

Esto no es ninguna fantasía; ya que lo dicho por José Antonio Meade en su discurso de hace unos días en su toma de protesta como candidato del PRI a la presidencia es revelador, en que lanzó una amenaza a quienes no apoyen su proyecto de quedar libres; esto luego que grupos de priistas se han ido a MORENA con Obrador, esto es muestra de cierto desinterés de Meade en lograr unificar a la militancia priista.

El hecho de que la campaña de Meade ha ido de fracaso en fracaso, no parece lógico, y hace recordar la campaña de Labastida Ochoa a la presidencia cuando todo salía mal, y donde las estrategias mediáticas y logísticas de alto nivel acostumbradas por el PRI prácticamente brillaron por su ausencia, contribuyendo en gran manera a que posteriormente se diera el triunfo al entonces panista y hoy priista de hueso colorado Vicente Fox.

Esta historia parece repetirse con José Antonio Meade a quien todo le ha salido mal, y francamente no se ve por donde pueda, de aquí a la elección, subir en las preferencias al menos un par de puntos que de cualquier manera no le servirían para nada, más bien pudiera caer aún más.

Pero el salinismo no se ha quedado como mero espectador más bien con López Obrador tiene ya su bastión.

Ante todo esto las posibilidades con López Obrador  en estos escenarios no dejan ver nada bueno para el país.

Ya que en caso de que ganara el pago que tendría que hacer al salinismo va más allá de perdonarlos como lo anunció; obviamente tendría que dejarles parte del poder político y económico del país, y lo cual sería lamentable debido a que la política que imperaría sería la del viejo PRI; aquel en el que militaba López Obrador cuando el priismo en el poder controlaba casi todo.

Aquel PRI del populismo y presidencialismo autoritario y demagógico del que salió Andrés Manuel y al cual parece volver.

El otro escenario es que el priismo logre hacer consensos con el panista Ricardo Anaya para garantizar parte de participación en el poder y evitar una posible cacería de brujas.

De concretarse esto, Ricardo Anaya se podría perfilar como el próximo presidente de la República; y para lo cual la candidatura de López Obrador tendría que ser reventada desde dentro de su propio partido, ya que el aparente enemigo lo tiene en casa.

En cualquiera de dichos escenarios los gobernados perdemos, México pierde nuevamente; ya que el primero significa una regresión al viejo PRI, mientras el segundo caso significa la continuidad -quizá con algunas limitantes-, de la agresiva política actual ejercida por el PRI de Peña y Salinas.

Y mientras tanto, el control de la delincuencia organizada en el país sigue creciendo; así como la corrupción e impunidad; la pobreza y el bajísimo poder adquisitivo de los mexicanos, situación que nos ahoga; y ante lo cual no se ve una mano que nos ayude; sino un pie que nos quiere hundir más.