Waymo, Venhub y MK30: taxis, tiendas y drones sin humanos

Dra. Elsa Martínez Flores/Cuanto más exacta se vuelve la máquina, más incierto se vuelve el lugar del ser humano en el mundo. De eso se trata el presente: una realidad en la que la automatización comienza a reemplazar tareas cotidianas con una precisión que fascina y desconcierta a la vez.

Actualmente, los trabajadores ya no comprenden completamente el proceso en el que participan: la máquina o el software se interpone entre ellos y el producto final. Esto genera, por un lado, mayor confort, y por otro, la incertidumbre de pensar que una máquina podrá sustituirlos algún día, y también debilitar las relaciones humanas.

El sociólogo Richard Sennett (1998) adelantado a su tiempo, advierte en su libro La corrosión del carácter las consecuencias de un capitalismo flexible. Anticipaba que, en la búsqueda de eficiencia y adaptabilidad dentro del trabajo, la tecnología y automatización serían inevitables.

Desde hace algunos años, en ciudades como Phoenix, San Francisco y Los Ángeles, ya operan los taxis de Waymo, una empresa de Google, los cuales circulan sin conductor. El usuario los solicita mediante una aplicación y los vehículos avanzan solos.

Empresas como Venhub apuestan por tiendas totalmente robotizadas que despachan sin empleados en el sur de California. Funcionan como cápsulas inteligentes: espacios compactos donde un sistema robótico interno localiza los productos, los entrega por ventanillas automáticas y registra cada compra mediante reconocimiento visual.

Otro ejemplo es el MK30 de Amazon, un dron de reparto avanzado cuyo funcionamiento inició a finales del año 2024 en algunas ciudades de Estados Unidos, programado para entregar sin demora los productos y cumplir de esta manera con los estándares de seguridad y fiabilidad que redefinen la logística.

Estos tres casos se han desarrollado con relativo éxito en un país vecino a México. Sin embargo, fue China quien marcó el inicio de este tipo de tecnologías a gran escala, modificó los espacios laborales y redujo las interacciones humanas en nombre de la eficiencia.

No está claro cuándo este tipo de tecnología se expandirá a nivel mundial. En regiones como América Latina, la brecha tecnológica, económica y educativa podría retrasar su llegada por varios años. La adopción de estas innovaciones en los países latinos será escalada y a un ritmo diferente, por las condiciones estructurales que prevalecen.

Es difícil imaginar una tienda de conveniencia sin empleados o una plataforma de taxis sin conductores humanos. Más que oponerse a la tecnología o delegarle todo, el verdadero reto consiste en mantener un equilibrio: aprender a coexistir con las máquinas y conservar lo humano para repensar el trabajo como vínculo y aprendizaje.