- Opinión de la Dra. Elsa Martínez Flores.
La inteligencia artificial avanza a pasos agigantados. Hoy puede realizar casi cualquier tarea laboral o académica, no obstante, si las personas entregan demasiado control a la tecnología, su mente perderá agilidad y la capacidad de análisis se verá afectada.
La neurociencia lo confirma: quien no ejercita su mente tiende a debilitarla. La plasticidad cerebral necesita pensamiento crítico, duda y creatividad. Excederse en el uso de la IA puede limitar la capacidad de enfrentar situaciones nuevas y resolver problemas.
Por eso es clave mantener la mente activa: se debe cuestionar y adaptarse a las nuevas tecnologías las cuales nos permitirán aprovecharlas sin perder nuestra capacidad de juicio y creatividad, no permitir que una IA haga todo por cuenta propia.
Paradójicamente, la IA también exige aprender. Quien no se actualice en su manejo quedará rezagado frente a nuevos modelos productivos. La alfabetización digital ya no es opción, sino clave para la supervivencia laboral.
El Foro Económico Mundial 2025 advierte que cerca de 40 profesiones podrían desaparecer o transformarse radicalmente en cinco años debido a la automatización. Entre ellas están traductores, auxiliares de pasajeros, operadores telefónicos, ciertos puestos administrativos entre otras.
Sin embargo, también surgen nuevas áreas que demandan aprendizaje continuo y dominio de IA, como especialistas en ciencia de datos, profesionales en generación de instrucciones inteligentes o expertos en ética y regulación de Inteligencia Artificial.
La contienda tecnológica no se detiene, OpenAI mantiene en fase de prueba Sora 2, su app para generar videos realistas con Inteligencia Artificial a partir de instrucciones por textos y con ello da los primeros pasos para conformar su propia red social, donde la línea entre lo que es creado y la realidad podría volverse confusa.
Navegar en nuevos espacios digitales exige mantener la mente activa y crítica: cuestionar la información, pensar antes de aceptar lo que la IA ofrece y entender cómo funcionan las nuevas inteligencias. Estar atentos a los riesgos de la innovación y aprender diariamente permite mantener el control sobre la propia vida digital.