Toy Story 4: Lo valioso se encuentra dejando ir a las acciones que se creían indispensables

La imaginación nos lleva a crear diversos mundos para una sensibilidad, ésta hace conceptualizar memorias; es lo que la película Toy Story 4 transmite al espectador: causa sensaciones de lo que un juguete logra. Jóvenes y adultos sienten la melancolía de viajar al pasado –de manera metafórica– y regresar a donde una persona pudo haber sido feliz: la infancia o un viejo amor.  

Dentro de las salas hay curiosidad por ver acontecimientos que ocurrirían después de Toy Story 3 (2010) en un desenlace que pudo haber sido perfecto para la franquicia; es cuando el 21 de junio de 2019 se proyectó el estreno en cines tlaxcaltecas y nacionales la entrega de Toy Story 4 producida por Pixar Animation Studios, y distribuida por Walt Disney Pictures.

La cinta y primer largometraje animado dirigido por Josh Cooley establece a Woody que siempre ha estado seguro acerca de su existencia en el mundo como objeto, teniendo como prioridad cuidar a su niño ya sea Andy o Bonnie. Pero cuando Bonnie suma un nuevo compañero para jugar –gracias a un acontecimiento de su primer día de clases el cual es llamado Forky–, Woody, sus amigos y junto con él, empezarán una travesía.

La película es descrita como divertida por diversas acciones que rompen la tensión de una secuencia de suspenso e incertidumbre, al mismo tiempo en la parte visual se detalla la forma de cada uno de los personajes (los juguetes): en consideración representa una asimilación de la animación que se logra al igualar a un 90% con los “personajes vivientes de la película” dando una apariencia casi humana. Los movimientos bruscos de la cámara representan la aventura como ya nos tienen acostumbrados; hay una implementación de un toque en suspenso al uso de colores neón para causar indecisión, así, reviven características del séptimo arte en contexto de detectives o bien cine negro (noir) –solo un pequeño cameo para esos dilemas narrativos–.

Enfrente de la pantalla grande se escuchan risas y expresiones de emoción, el público la encuentra entretenida, si es que quieren ir por distracción y pasar un buen rato, solo eso comunicará. El rodaje y su defecto lo encuentro como una definición “típica”, que emite un mensaje claro y bonito para la juventud; haciendo una invitación poco concisa a tomar cartas en el asunto para mejorar a la sociedad.

El espectador –que parte de su infancia, adolescencia y adultez se desarrolló con Toy Story–, en mi opinión contiene un viaje en el tiempo, ya que el filme resalta la perdición de un juguete que para un niño es el fin del mundo pensando que éste es inmenso, pero en contra parte uno de los personajes principales que se encuentra ya con años de “vida” –como adulto (Woody)­–, descubre que tan pequeño es el mundo rencontrando a un viejo amor, que en contraste con la realidad éste pudo haber sido bueno o malo y con base a las experiencias vividas, se quieren regresar años atrás, –cuando perder un juguete era consecuencia de una inocencia pura–, pero como resultado los seres humanos tienen que estar en proceso de adaptabilidad, lo cual evoca aspectos que hicieron grandes a las tres partes anteriores; el cambio puede ser difícil, pero si logras adaptarte, habrá valido la pena; siendo el mensaje que se ha sostenido desde la llegada de Buzz Lightyear,  Jessy, el crecimiento de Andy y ahora con Woody, Forky y la antagonista Gabby Gabby. Las decisiones llevan a una felicidad, con la superación y el cumplimiento del vivir, dejando ir en la actualidad a incógnitas que rodean a los seres que habitamos éste planeta.

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