“Trascabito, el niño huachicolero”

Una crónica por Leticia Alamilla Castillo

El problema del huachicoleo es más complejo de lo que se piensa y, pese a las acciones del Estado por contrarrestar el aumento del robo y venta clandestina de combustible ordeñado de los ductos de PEMEX, el fenómeno sigue creciendo y se mueve según la presión que ejercen las fuerzas policiacas que operan en las zonas donde se encienden nuevos focos rojos.

San Martín Texmelucan es uno de lugares que parecían olvidados en el contexto nacional, así como sucede con muchos otros pueblos de nuestro país y, que un momento a otro, se vuelven famosos en los medios de comunicación porque dan la nota roja. Y es que desde hace un par de años nada más, las cosas cambiaron y parece que ya no hay vuelta atrás.

De ser un pueblo de paso y de descanso en el periodo colonial para los viajeros que transitaban de la Ciudad de México al Puerto de Veracruz, se convirtió en un municipio de intensa actividad comercial. Con poco más de 150 mil habitantes es uno de los municipios de Puebla que colindan con Tlaxcala.

Este es un lugar de contrastes de paisajes, de mezcla de pintorescos lugares alejados del bullicio que genera el comercio intenso; de deslumbrantes casonas que muestran que, aquí, circulan fortunas; pero también, de hogares que son reflejo de la pobreza que viven día con día sus moradores.

Es aquí donde “Trascabito”, el muchacho huachicolero, vino a dar… luego de que le mataron a su progenitor, allá en Culiacán, cuando hace algunos años su padre migro desde San Martín para buscar fortuna, porque le dijeron que ahí, ahí, si había trabajo bien pagado.

Abril del 2015

Directo de Tlaxcala a Culiacán

“Mi papá no lo dudó y en chinga, cargamos en la mochila de la escuela algunas cosas para irnos, yo ni sabia donde era, nunca había salido de Tlaxcala más que a Puebla y al D. F. pero fue emocionante, su trabajo ya estaba apalabrado, le dijeron que iba a ganar mucho dinero. Mi mamá no quería irse pero no le quedó de otra, aquí las cosas estaban muy duras y el hambre es canija…” recuerda mirando de lado, así como queriendo ver de reojo las imágenes de ese pasado cuando tomaron la decisión. De repente,  una leve sonrisa se asomó en ese rostro moreno y requemado por horas al sol, y dijo: “que chido sentí”.

“Pero las cosas no fueron tan fáciles como le dijeron a mi papá, era para hacerla de halcón, pero no de huachicoleros, sino de narcos, a él le tocaba avisar cuando pasaban los militares, los federales y los de la marina. Muchos piensan que es un trabajo fácil, pero no, si ibas al baño y, en ese momento pasaba una camioneta de militares y no avisabas, y el otro halcón que estaba más adelante si lo hacía, te iba de la chingada, porque la misma gente que te contrataba te levantaba y te ponía una madriza con una tabla, a la que le hacían unos hoyitos, te bajaban los pantalones, te pegaban en las nalgas, a veces, no podías ni caminar. No es el negocio fácil que muchos piensan, de ahí no te mueves para nada, después de la tabla lo aprendes.

Mayo 2016

Lo mataron…todo mundo sabía que lo habían matado los soldados

En un enfrentamiento mataron a unos federales cerca de donde trabajaba mi papá y luego, que comienza una limpia de cachimba en cachimba, de local en local, ahí unos militares levantaron a mi papá, le pusieron una madriza y lo mataron…todo mundo sabía que lo habían matado los soldados, porque ellos lo levantaron de un tramo federal, los únicos que se enteraron fueron los vecinos porque es un lugar poco poblado. Al otro día apareció encobijado con un papel que decía que lo mató un cartel, pero no fue cierto, todos sabían que habían sido los soldados, porque ellos lo levantaron…

Después de que mataron a mi papá, les tocó trabajar a mi jefa y mi abuelita, pero cuando les preguntaba, ¿quién lo mató?, siempre me decían que habían sido los soldados, todos sabían que lo habían matado los soldados… Yo estaba chamaco, pero empecé a crecer con mucho coraje, con odio, porque mi padre trabajaba por hambre y no por ser malo, en serio… no era malandrín.

Enero 2018

No supimos de que, todos me dijeron que de “enfermedad”

Luego me tocó a mi, me volví halcón, ya me la sabía, había oído muchas veces a mi papá y, la verdad es que, el varo no alcanzaba con las garnachas que vendía la jefa y la abuelita, así es que, comencé a “acompletar” el gasto. Pero a los dos años, que la jefa se muere también, no supimos de qué, sólo se murió…, en serio, no supimos de qué, todos me dijeron que de “enfermedad”.

Cuando pude, investigué, y me compré mi primera pistola, la neta fue fácil, no era tan complicado como yo pensaba, una Colt caballito calibre 45, andaba por los 10 mil pesos. Cuando la tuve en mis manos,  sólo pensaba en vengarme de los que mataron a mi papá, no sabía quienes habían sido, pero estaba seguro que lo vengaría algún día. Tenía “compas” que andaban en el mismo rol, y me volví un cabrón, me había convertido en un “trascavito” cabrón. Todos me preguntaban para qué quería una pistola y, la neta, sólo para vengar a mi papá.

Me quedé sólo con la abuelita y me hice más cabrón y, es que a mí, me tocó ver la guerra contra el narco: descabezados, descuartizados o colgados, eso era de todos los días, mis vecinos eran halcones igual que yo y vivíamos en una ranchería fea y pobre, empecé a ganar dinero, pero cuando le empecé a tomar gusto, la abuelita que me dice: nos regresamos a San Martín porque aquí está salado, ya se me murieron dos y al rato te matan a ti también y me quedo solita. Además ya me había vuelto bien rezongón con ella y que nos regresamos.

Febrero 2018

Ya no tuve tiempo de vengarlo…

Dije, ni hablar la abuelita manda y nos regresamos a San Martín, pero por poco me arrepiento y la mando solita, porque yo, tenía un tiro pendiente con esos soldados que mataron a mi papá, ya no tuve tiempo de vengarlo, pero algún día regresaré a buscarlos, guardo las balas que compré allá en Culiacán, esas son especiales porque esas son las que les pondré en medio de los ojos a esos chutas culeros que lo mataron.

Desde que llegué soy halcón, ya me la sé, allá en Culiacán era de narcos y aquí de huachicoleros,  en todos lados es lo mismo, la diferencia es la paga, aquí están más jodidos, pagan menos, me dicen que hace como dos años les daban 10 mil mensuales a cada halconcito y ahora sólo nos dan 300 por día y somos un chingo.

Aquí también somos muchos niños, aunque también hay cabrones viejos que la hacen de halcones y aunque no lo creas también hay mujeres, en serio, también hay.

¿Cómo nos reclutan? Pues muy fácil van a los pueblos más pobres donde hay mucha necesidad y le dicen que, sus hijos, nada más darán el pitazo cuando vean a los chutas, o federales; que ganaran 500 diarios y, pues los papás, aceptan, creen que es mucho dinero, pero no, neta que no alcanza ya con eso, además ni dan los 500, sino, 300”.

Como si fuera un hombre adulto y con la seguridad que le da conocer como operan los grupos delictivos en este municipio poblano y, a sus escasos 14 años, Trascabito sin ningún enfado, ni timidez, tiene su propia lectura sobre lo que se vive cada día en esa zona a la que denomina “zona de guerra”.

Mayo 2018

Pero el día que ella se muera…

 “Ahorita San Martín es una zona de guerra entre el cártel Jalisco Nueva Generación, contra los Zetas y los huachicoleros que son de aquí de San Martín, la verdad ni es tanto con el gobierno, esos nada más vienen hacen un operativo, se levantan a algunos y luego se van. Lo hacen más cuando empiezan a salir en las noticias que hay muertos aquí, pero en la tele ni cuentan todo lo que pasa, son bien mentirosos.

Dice la abuelita que antes de que llegaran los cárteles todo estaba bien, ya había huachicoleo y todos lo sabían, dice que habían familias completas que ya se dedicaban a eso, todos conocen a todos por eso se dan cuenta, luego, luego, cuando llegan extraños y se comunican y así se cubren.

Mira, hay pueblos más tranquilos en donde se saca el huachicol y la verdad la gente está tranquila y viven bien, porque a todos les toca algo, por ejemplo, sí en una casa lo guardan, al vecino, para que no diga nada, le dan como cinco mil pesos mensuales y eso está chido, porque  no mueve ni un dedo y le llegan solitos los cinco billetotes. Aquí y en todos los pueblos sabemos por donde pasan los tubos de PEMEX, es bien fácil saberlo.

Aquí todos le entramos, pero lo que yo quiero es ganar más, le tengo que ayudar a la abuelita porque ya está cansada, le duelen mucho sus manos –dice- que porque trabajó muchos años cuando estaba joven en una tintorería de Puebla, agarraba agua caliente y agua fría, sus manos ya están con sus dedos bien chuecos, dice que es la artritis. Por eso, cuando abren uno nuevo y nos dan chance los jefes y, no estoy en la hora de trabajo, le entro a la ordeña, me he sacado hasta 4 mil en un día de chinga completa y van, directito para mi viejita, de veras, si quieres le hablo para que ella te diga.

La verdad, te digo, es bien chida la abuelita, porque cuando me pongo una peda de esas, al otro día me hace mi caldito para que me asiente el estómago, me quiere un chingo y dice que lo único que le da miedo es que me maten a mi primero, dice que ella tiene que irse primero, pero el día que ella se muera, me regreso a Culiacán y me la voy a rifar para matar a esos que mataron a mi papá, yo sé que los voy a encontrar, me cae, que los voy a encontrar…