Cine y escuela; hacia la transformación pedagógica actual

Por Alberto Salvador Ortiz Sánchez

El concepto educación y la frase acuñada que es “el futuro de las naciones” tiene tras de sí significados mucho más profundos y sutiles cargados de emotividad y reflexión que a veces, desgraciadamente, son reducidos a meras aseveraciones banales; esto, porque al repetirse tantas veces sin un justo ejercicio de análisis, se terminan convirtiendo – no solo los significados sino también la frase misma- ya no en un tema de abstracción y acción, sino en simples y huecas muestras de publicidad como es un slogan de campaña, los estribillos de una canción, y hasta muletillas para hablar y escribir.

A veces por costumbre y repetición, ignorancia, arrogancia o cansancio, los docentes llegamos a perder el horizonte de nuestra profesión y nos encerramos en nuestra propia burbuja del salón de clases; nos centramos tanto en que nuestros alumnos alcancen los aprendizajes que entre el ensimismamiento, el acoso de los padres de familia y la presión de las autoridades terminamos dejando de ver a los niños como niños y queremos tratarlos como adultos en pequeño. Lejos de nosotros quedan entonces los sentimientos de esperanza y alegría con los que solemos iniciar nuestra carrera laboral, tanto en el sector público como en el privado. En medio de toda la presión por mejorar a la voz de ¡ya! y con la pesada losa a cuestas del status quo imperante en nuestra sociedad actual, nublada por los valores de la tecnología salvaje y el dinero fácil e inmediato, se le pide al docente ser un profesional de clase mundial que en lógica consecuencia genere alumnos de su misma naturaleza. Duros o permisivos, laxos o disciplinados, al final no quedamos bien con nadie y hasta cometemos la atrocidad de frustrarnos. Cualquier docente que no haya sobrevivido siquiera a alguna de estas etapas quizá esté pasando de noche con su trabajo.

Ante este panorama gris ¿cómo es que podemos retomar el camino y volver a comenzar?

Para el investigador de la UDLAP Puebla Luis Arturo Füguemann, el cine no solo es un arte o rama de la comunicación, más bien es una industria cuyo poder ideológico y económico es muy fuerte dadas las estructuras de la sociedad actual en que vivimos. Al mirar una película, cada uno de nosotros puede o no ser impactado por el contenido y la forma del mensaje ideológico y cultural contenido, usualmente en  función de nuestras necesidades e intereses. Llegados a este punto, si usted estimado lector o lectora docente se encuentra en excelente estado de desempeño o bien está cruzando por alguna etapa de crisis profesional, en estas líneas le acompaño y recomiendo algunos trabajos fílmicos que pueden ayudarnos a creer de nuevo en la humanidad y renovar la esperanza de que nuestro trabajo diario en las aulas algún día retribuirá frutos tangibles.

Los Coristas (2004) describe cómo un profesional de otra área de estudio puede llegar a la docencia y lograr éxitos pese a las circunstancias partiendo de sus conocimientos técnicos y la motivación que pueda imprimir a sus alumnos. Ambientada en la Europa de la Postguerra, esta producción toca el sentido más humano del espectador tanto por la condición de vulnerabilidad de alumnos y maestro como por el abuso y negligencia del directivo y la capacidad de superación de las adversidades. En Simitrio (1960) recordamos a los tradicionales maestros rurales mexicanos, formados en las aulas y los campos, en el México de la reconstrucción luego de la Revolución de 1910 que a fuerza de sacrificios y carencias cumplen con su deber hasta el límite de sus fuerzas físicas, a cambio del respeto y cariño de la comunidad aunque también pone en el debate la precariedad de las condiciones laborales de los trabajadores de la educación.

Billy Elliot (2000) narra el deseo por el ballet de un chico de clase obrera criado en un hogar donde falta la madre y el padre que es un hombre machista y duro lucha por sobrevivir apoyando la huelga de su gremio de trabajo. Esta producción ambientada en Reino Unido privilegia la visión de la formación y educación desde la perspectiva del alumno, siempre tan fundamental para la gestión pedagógica; descubrir las necesidades y encauzar a nuestros alumnos se convierte entonces en un reto de alto calibre. Con ganas de triunfar (1988) está basada en hechos reales y homenajea al ya fallecido maestro boliviano Jaime Escalante, que fue capaz de enseñar matemáticas y cálculo a una población juvenil migrante y de bajos recursos residente en Estados Unidos. El film mueve al espectador al sentimiento de superación y profunda reflexión ante el necesario derrumbe de las barreras sociales y económicas estigmatizadoras frente al talento e inteligencia de cualquier alumno.

Nunca ningún esfuerzo será pequeño para poder ayudar a transformar la realidad de nuestras escuelas, pasando por el compromiso de padres de familia, alumnos, directivos y maestros de hacer de nuestro país una autentica potencia para el bienestar y felicidad de las generaciones presentes y futuras.

Nota: Agradezco al maestro Gaudencio Cuapio Rodríguez su recordatorio para ver Invictus (2009). Ya platicaremos en este espacio sobre su impacto para la organización, liderazgo y transformación no solo del sistema educativo, sino de todo nuestro país.

Nos saludamos en la siguiente entrega. Comentarios y sugerencias al correo normalistatlaxcala@hotmail.com