Duro contra el hetero-norte global

Por Layla Ahlam Vázquez Flandes

A lo largo de la semana pasada, por diversos medios nacionales e internacionales, salió a la luz la existencia de campos de concentración para personas homosexuales en Chechenia, perteneciente al territorio ruso. Junto con esto, se dieron a conocer las sistemáticas persecuciones, detenciones y casos de tortura hacia personas catalogadas por las autoridades de la región como de “orientación sexual no tradicional”. Todo esto fue dado a conocer en el periódico ruso Nóvaya Gazeta por la periodista Elena Milashina.

Hasta el momento, dichos medios han reportado al menos a 100 personas detenidas en dicho campo así como 3 ejecutadas en una redada por motivo de su supuesta orientación sexual. También se ha reportado el uso de tortura para ubicar a otras personas homosexuales y para obtener confesiones respecto a su orientación.

Ante este claro atentado en contra de la vida y la dignidad de las personas de la comunidad LGBTTT (lésbico, gay, bisexual, transexual, transgénero y travesti) de parte del Estado Ruso se han pronunciado diversas organizaciones que laboran en el país, así como relatores y relatoras de la ONU y grupos organizados del mundo, como son colectivos en pro de dicha comunidad y organizaciones de Derechos Humanos.

Ante la visibilización de esta catástrofe y su respuesta internacional, Ramzan Kadyrov, líder de Chechenia, respondió negó la existencia de dichos campos para personas homosexuales, añadiendo que “Si en Chechenia existieran esas personas, las autoridades competentes no necesitarían hacer algo con ellos porque sus familiares los hubieran enviado a un lugar del que nunca pudieran regresar”. A pesar de esta rotunda y homofóbica afirmación, Elena Milashina se encuentra amenazada de muerte por las autoridades de la región, a tal grado que ha tenido que refugiarse fuera de la Federación Rusa.

Como mujer transgénero y lesbiana, esta serie de sucesos me parecen particularmente graves, indignantes y preocupantes. Preocupantes debido no sólo a lo ya aberrante de estos hechos, sino también a que no se da cuenta de las personas trans y bisexuales que han sido o que pueden estar siendo torturadas, detenidas o asesinadas en este momento en Chechenia; esto debido a que estas personas solemos quedar invisibilizadas bajo la etiqueta de “homosexual” o “gay”. Me indigna y llena de tristeza y rabia que se lleven a cabo acciones como las que ahora se realizan en Chechenia. Sumado a esto, hay que recordar también la serie de atrocidades de las que el Estado Ruso ha sido cómplice recientemente: la guerra que en Siria a dejado a cientos de personas muertas, en calidad de refugiadas o viviendo un infierno; y la despenalización de la violencia doméstica que se ejerce en contra de las mujeres y cuya máxima expresión es el feminicidio.

¿Qué puede decirnos todo esto a nosotras y a nosotros? Basta con ver cómo las derechas, sean laicas o religiosas, están resurgiendo en todo el mundo, tanto en Latinoamérica como en Estados Unidos y Europa; y Rusia es solamente un ejemplo de ello: de la imposición de una derecha capitalista, misógina, homofóbica, transfóbica, bifóbica, colonialista, racista y xenófoba. Así figura la derecha en el mundo entero actualmente, impulsando los “valores” hegemónicos en reacción a las resistencias que las personas diversas y los pueblos del Sur representamos. Por ello, recuerdo la frase que en estos días me dijo una compañera del Centro Vitoria, al manifestarnos a las afueras de la Embajada de la Federación Rusa en México: “Duro contra el hetero-norte global”, pues en el Norte global se están fortaleciendo todos los sistemas que nos oprimen, incluyendo aquel que condena a las personas no heterosexuales a la muerte y que afirma a la heterosexualidad como lo natural. Espero que esto sea una invitación para articularnos desde abajo en nuestras diversas luchas: las que velan por la vida de las personas de la diversidad sexual, y las que defienden la vida frente a un capitalismo que impone y pregona la muerte de la Madre Tierra y de los pueblos que de ella se nutren.

Con los mismos sentimientos de indignación de rabia con los que he escrito los párrafos anteriores, lamento profundamente el asesinato de Juan José Roldán, periodista y activista por los derechos de las personas LGBTTT en Tlaxcala, cuyo cuerpo fue hallado el pasado domingo 16 de abril en el municipio de Calpulalpan. No vamos a quedarnos calladas ni callados frente a esta serie de actos atroces en contra de nuestra dignidad y de nuestras vidas. ¡La homofóbia, la lesbofobia, la bifobia, la transfobia se tienen que morir! ¡Si nos tocan a una o a uno, nos tocan a todas y a todos!