¿Existe libertad de prensa?

Por Leticia Alamilla Castillo

(Segunda parte)

Daño colateral

“No estoy de acuerdo con lo que dices, pero defenderé con mi vida tu derecho a expresarlo” –Voltarire*-

En las últimas décadas hablar de la libertad de prensa resulta un tema muy polémico, sobre todo porque los clientes de los medios, son en la mayoría de las ocasiones, los propios generadores de información.

La disyuntiva se haya en ¿puedo criticar al cliente sin temor a que retire su publicidad de mi medio? ¿Hasta dónde los intereses económicos de los medios, limitan la crítica o el manejo de determinada información?

Quiénes son los clientes

En Tlaxcala la mayor parte de los clientes de los medios escritos, electrónicos y digitales son los tres niveles de gobierno, ejecutivo, legislativo y judicial. El gobierno federal a través de sus dependencias, los partidos políticos, los gobiernos municipales y, en menor medida, algunas organizaciones no gubernamentales y la iniciativa privada.

¿Por qué mencionar esto? porque la realidad muestra que los medios de comunicación en Tlaxcala se encuentran en una encrucijada que limita la credibilidad de la información que manejan en las diversas plataformas informativas.

El cliente es el generador de la información, es decir, son las dependencias y quienes las encabezan quienes hacen la agenda diaria de los medios de comunicación.

La proliferación casi desmedida de medios digitales ha llevado a abaratar la venta de espacios publicitarios y a disfrazar la cobertura informativa con la mera inclusión de boletines  generados por “los clientes”.

El perfil informativo

En la cobertura diaria de los medios es muy difícil hallar una postura crítica de los informadores, las preguntas y la nota es redactada para no incomodar al “cliente”, y eso es verdaderamente lamentable cuando hemos “cacaraqueado” desde hace ya varias décadas la existencia de libertad de prensa.

Esto no se aplica ni para todos los medios, ni para todos los comunicadores. Indudablemente existen medios que son negociosos legítimos que dignifican la labor periodística manteniendo la libertad de prensa como un principio fundamental de su actividad.

Sin embargo, es verdaderamente sorprendente cómo un medio de comunicación que critica, por ejemplo, a un alcalde por corrupción, una semana después coloca al funcionario como el mejor de todo el estado.

¿Qué paso? Pues que por arte de magia aparece en el escritorio de funcionario la factura por el monto mensual para cubrir sus eventos, publicar sus boletines o hacerle de vez en cuando alguna entrevista en donde luzca sus dotes de buen orador o bien de estratega político.Y como el anterior ejemplo, hay muchos.

Las consecuencias

Esta relación perversa lejos de contribuir a una mayor libertad de prensa dentro de un marco de respeto a la verdad, ha generado una prensa clientelar.

Si en la década de los sesentas, durante el gobierno de Gustavo Díaz Ordaz y los gobiernos posteriores, se habló de una prensa reprimida por actos de autoridad, ahora vivimos una prensa de autocensura para evitar perder clientes.

Aunque algunos medios subestiman la opinión pública en torno a su labor periodística, lo cierto es que quienes los siguen, se percatan del manejo informativo que hacen.

Así como si fuera una agencia de viajes –me atrevo a hacer la analogía- lo medios nos ofrecen paquetes completos que incluyen: no golpeteo y el apapacho del cliente; columnas de halaguen al personaje, sus acciones y denostación del contrario; entrevistas a modo y aprovechamiento de las redes sociales para llegar su “tarjet” o mercado objetivo.

Los paquetes no son el problema, el verdadero problema es la pérdida de credibilidad. Aunque tal vez para algunos medios de comunicación sea mucho más redituable pensar en términos de ganancia, que en términos de confianza. Insisto, subestiman a su público lector.

Alianza corrupta entre medios y poder

Apenas la Fundación alemana Rosa Luxemburg presentó un estudio muy interesante titulado “Libertad de prensa en México, lucha por un derecho fundamental”. Este trabajo evidencia una alianza corrupta entre medios de comunicación cercanos al gobierno y a la clase política, que utilizan diversos mecanismos para censurar la información crítica.

El trabajo sirve también para poner sobre la mesa la existencia de estrategias de la cúpula en el poder para controlar  la opinión pública y sobre todo para criminalizar y difamar a los periodistas que ejercen una postura crítica.

Cualquier parecido con nuestra realidad cotidiana, ¿será mera coincidencia?

Puntos suspensivos…

Dicen los encargados de la transparencia en Tlaxcala que los actuales presidentes municipales de la entidad –los sesenta-deben estar tranquilos, aunque sus páginas carezcan de la información actualizada que les obliga la ley a hacer pública a través de sus portales.

Al fin y al cabo todavía les queda un mes para hacerlo, así es que con calma, que no hay problema.

Lo penoso es que académicos universitarios estén mejor enterados de la situación que priva en los municipios en materia de información pública que los responsables al frente del organismo correspondiente.