Héctor Ortiz, o la balanza en el Congreso local

Por Enrique Gasga

En Tlaxcala la historia del Legislativo local ha sido de sometimiento al Ejecutivo en turno de ahí que como “poder” se ha reducido a que los diputados que se han sometido a la voluntad del gobernador han obtenido determinados beneficios para sí, dejando en segundo lugar al partido al que pertenecen, y por supuesto de lado a la ciudadanía tlaxcalteca, lo cual ha provocado un enorme vacío de poder, y echado por la borda la enorme oportunidad de ser un contrapeso ante los posibles excesos del Poder Ejecutivo convirtiéndose en una marioneta del mismo.

Es así que la gran mayoría de los diputados en las diferentes legislaturas en la entidad prácticamente se han convertido en empleados del gobernador en turno, y lo cual en la mayoría de los casos ha provocado el lento avance del estado -en el mejor de los casos-, o el retroceso de la entidad como en el actual.

Es así que Tlaxcala ha estado prácticamente a la deriva, donde ante un poder legislativo sometido, lo que ha quedado ha sido recibir lo que el gobierno en turno ha querido dar; y cuando como ahora no se ha hecho obra importante, no se apoyaron programas sociales, ni generando las condiciones de desarrollo en la entidad para atraer inversiones, generar empleos y activar la economía, el legislativo ha tenido culpa en todo esto, ya que ha permitido el saqueo del estado.

Las alianzas que se han generado en las distintas legislaturas no han sido sino grupos que han mayoriteado a favor no de la entidad, ni de sus propias iniciativas, o defendiendo la posición del partido al que pertenecen; sino al Ejecutivo, muchas veces los diputados de este grupo aprobando iniciativas de ley que ni siquiera se tomaron la molestia de leer.

Mientras que la minoría de diputados que se han atrevido a mantenerse en la oposición han sido prácticamente borrados de las decisiones que se han tomado en el Congreso local.

La ética, la moral, la justicia y el trabajo legislativo y político prácticamente han dejado de existir en el Congreso local; ya que los beneficios personales de la mayoría de diputados han hecho que el legislativo deje de ser un Poder de gobierno real.

Si el estado durante los últimos veinte años avanzó en algunos momentos –sin contar los últimos seis años de retroceso-, fue por el proyecto de gobierno en turno, no por los diputados quienes prácticamente sólo fueron al congreso local a levantar la mano.

En este sentido, las contadas iniciativas encaminadas a fortalecer en algo la política social, por ejemplo, sólo fueron apoyadas escasamente antes de 2010; pero de 2011 a la fecha con las últimas dos legislaturas prácticamente dicho tipo de iniciativas fueron bloquedas a toda costa por el mayoriteo perverso que encabezó la bancada del PRI.

Es así que el mayoriteo en el congreso local en este sexenio ha hecho un daño enorme a Tlaxcala permitiendo que los excesos del poder, la corrupción y la impunidad hicieran que se disparara la inseguridad, se alejaran las inversiones, se incrementara la pobreza y se saquera al estado.

El escenario para la próxima legislatura del Congreso local indudablemente es coyuntural; ya que el actual gobierno del estado ha generado una fuerte inestabilidad en la vida política de la entidad perjudicando a muchos partidos políticos; la gran mayoría de las organizaciones civiles en el estado están en conflicto con el Ejecutivo estatal.

Los empresarios tienen varios reclamos, el sector campesino y los comerciantes de todo tipo igualmente; muchos sindicatos sufrieron la intromisión del gobierno del estado, y por supuesto el Congreso del estado convertido en una marioneta.

Lo anterior no hace fácil el gobierno para el próximo titular del Ejecutivo estatal Marco Antonio Mena; ya que si no opta por el consenso, no sólo con las demás fuerzas políticas; sino con todos los sectores las cosas se le pueden salir de control; y ante un conflicto social el Congreso poco, o nada podrá hacer.

El nuevo gobierno del estado más que a la legislatura necesita generar una estabilidad en la entidad.

Mientras que la próxima legislatura tendrá la enorme responsabilidad de reivindicarse siendo un contrapeso real a no ser que quieran otro sexenio igual al que termina.

En la próxima legislatura habrá diputados con gran experiencia en el terreno político y legislativo que seguramente van a presionar a Marco Mena quien más allá de necesitar aliados para que aprueben las iniciativas que a él convengan, en esta ocasión el gobierno necesita aliados que le ayuden a frenar posibles conflictos políticos y sociales.

Y es aquí donde entra por ejemplo el ex gobernador Héctor Ortiz quien puede ser un gran contra peso para el próximo gobierno, no desde la oposición; sino desde una alianza que por un lado calme las aguas de la inestabilidad política en el estado, y por el otro se logren reactivar los diferentes sectores; así como el trabajo legislativo en el congreso local.

Sin embargo, Marco Mena tendrá que sacudirse la sombra del marianismo primero y generar los consensos necesarios si de verdad quiere hacer historia como gobernador, o de lo contrario se echará a cuestas todos los demonios del marianismo.